07 abril, 2012

ENTREVISTA CON UN PSIQUIATRA

Encuentro a través de Tercera Cultura una entrevista con el psiquiatra ADOLF TOBEÑA.

Explica cosas que me interesan mucho desde hace muchísimo tiempo pero que en esta temporada de ansiedad y lorazepam me apasionan.

Copio algunos trozos y luego hago algún comentario. El subrayado de sus palabras es mío.

“Además, la psiquiatría no está bien vista porque los remedios que usan los psiquiatras modernos, básicamente pastillas, remedios químicos, con excepción de algunos tratamientos electrofisiológicos, también son vistos como una pérdida de libertad. El pensamiento moderno, la aproximación típica de la modernidad, es que perdemos libertad si, en vez de dar el gobierno de la autonomía personal a la voluntad individual, la ponemos en manos de muletas químicas.”

“Por lo tanto, hay un doble origen para la percepción inadecuada de la psiquiatría: se ocupan de cosas que provienen quizás de los espíritus demoníacos o maléficos y, cuando se intenta poner remedio, se hace a expensas de pérdida de libertad. Por los dos lados está situada en un territorio conflictivo. Es difícil que la psiquiatría llegue a tener buena prensa, porque la solución de los problemas viene, en la percepción general, a expensas de la pérdida de autonomía, de la libertad personal. Y claro, no hay nada más preciado por los humanos que la autonomía y la libertad personal. Pero esto es un error conceptual grave, porque los remedios que la neuroquímica y la neurobiología sofisticada ponen al servicio de los psiquiatras clínicos no llevan a la pérdida de libertad, sino a la ganancia de libertad para los pacientes. Es exactamente a la inversa.”

Aunque una parte de mí se resiste a aceptar esta tesis y está anclada en la vieja visión hay  un yo que está absolutamente de acuerdo. El viaje a Nueva York el año pasado con mi familia yo lo viví tomando traquilizantes -en aquel caso algo muy suave tranquimazim 5, creo recordar - y les hice a todos el viaje mucho más agradable de lo que hubiera sido de no tomarlos. ¿Era mi yo auténtico el que estaba allí?, claro que era yo. Era yo pero de buen humor, osea recién comido. Yo soy yo con la barriga llena y también lo soy antes de comer –y les puedo asegurar que bastante más desagradable si la comida se retrasa arbitrariamente y no he tomado ningún tipo de aperitivo. ¿Qué necesidad tenía mi familia de soportarme durante todo el viaje con un humor de perros?

“Pero el otro factor también toca un territorio que es fronterizo y difícil de cambiar, porque está justo en la dualidad mente/cuerpo o alma/cuerpo. En definitiva, la psiquiatría se encarga de corregir los desbarajustes del magín, es decir, de aquello que gobierna la conducta y el pensamiento. Y nos gusta pensar que somos absolutamente libres y con una infinitud de posibilidades. Es fácil caer en la tentación de pensar que si te colocas bajo la esclavitud de un compuesto, de una molécula, eres súbdito de esto, y ya no gobiernas parte de tu autonomía. Hay una parte que depende de esta muleta que te han colocado. Pero a la gente que sufre limitaciones del control le estás aumentando sus posibilidades de tomar decisiones, de elegir entre diferentes opciones, de tener más campo abierto a establecer relaciones, a vivir experiencias, a volver a disfrutar del trabajo, del juego, de las amenidades de la vida…que en definitiva es de lo que se trata.”

Tobeña habla de los casos más extremos (esquizofrénicos, depresivos severos), pero creo que también vale para los casos más suaves como es mi caso con la ansiedad.

Hace mes y medio yo tenía una ansiedad horrorosa. Es como si tuviera que hacer muchísimas cosas pero la angustia de querer hacerlas todas a la vez o el miedo de no poder hacerlas todas me impedía centrarme e irlas resolviendo una por una. El lorazepam (y tres días sin ir a trabajar) me permitieron volver de algún modo a mi ser. Cada mañana tenía una energía superior a la normal (el miedo nos hace correr más deprisa) pero podía canalizarla en las tareas del día. Mi comportamiento no se desordenaba, podía ejecutar con firmeza pero sin una agresividad peligrosa todas las tareas del día.

Pondré un símil. Es como si tuviera que andar a la par que un grupo y mi propio dinamismo me obligara a acelerarme y separarme y adelantarme en la marcha constantemente. Las pastillas eran como una mochila pesada que me obligaran a andar al paso de todos. Esa mochila no me quita libertad. Yo quiero andar al paso del grupo. Mi situación personal o mi propio carácter o lo que sea me acelera y me separa del grupo. Cargar con la mochila me permite hacer lo que quiero hacer. Lorazepam me da más libertad, no me la quita.


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Hay una parte de la entrevista que me parece un poco contradictoria con todo esto. Pero eso para otro día que ahora tengo que ir a ver con mi familia la ciudad de las Artes y las Ciencias.

Me gusta mucho desde el punto de vista arquitectónico la torre de control del edificio la Copa América.

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